miércoles, 28 de enero de 2015

¿Eres una oveja con piel de lobo?

El viejo adagio popular nos ha alertado desde pequeños sobre lo peligroso de aquellas que camuflan malas intenciones, su maldad o inseguridades en una apariencia mansa y humilde de corazón.
 En medio de tantas reflexiones derivadas del corto trasegar por esta vida, pensé sobre el rol actual de aquellas mujeres luchadoras, aguerridas, competitivas, exigentes, profesionales, en fin, de aquellas que muchos peyorativamente se atreven a decir que parecen hombres por la seguridad con la que comandan su camino.

Su estilo es único y eso las distingue. foto: Cortesía
Las “ovejitas”como se podría llamar´, son medidas adicionalmente por su parte física dado que aunque encuentras de todas las tallas, estilos, y tendencias tienen un elemento que las identifica y es que siempre lucen bien no porque vivan de la apariencia sino como un requisito para competir sin perder la sencillez que brinda el crecer, el superar las difíciles pruebas.
Las siguientes son algunas señales que desde lo estético te muestran el corazón de estas mujeres:
1.    Están dispuestas a tomar su piel de oveja y tejer un manto con el cual cubrir de amor a aquellas personas que trascienden la piel de lobo.
2.    Aunque sus uñas sean largas o pasen semanalmente por la manicurista, sus manos están hechas para trabajar largas jornadas y acariciar todo un día.
3.    Cubre su cuerpo en lo externo cuidando la pureza que mostrará en lo interno.
4.    Equilibran su maquillaje para que cada sentido exprese lo que corresponde en el momento correcto.
5.    En la intimidad, su sensualidad se ajusta plenamente a la nueva denominación siendo oveja al final y lobo al principio.

Su estética corporal habla de su personalidad. Foto: Cortesía
Estas son solo algunas características de estas féminas que estoy segura en cada familia debe haber mínimo una y lidian con el miedo que despiertan en hombres y mujeres.
El miedo es tan emocionalmente intenso que produce cambios físicos en quien lo siente como por ejemplo un aumento en la tensión muscular que dispone al cuerpo para huir de o luchar contra el objeto de su temor. Introduzco este tema porque muchas “ovejitas” aman profundamente sin odios, rencores ni apegos gracias a que han perdido amores presos en la cárcel del miedo y están solas.
Pues bien, esos amores que finalmente las dejaron libres para encontrar el árbol donde posarse para mirar desde lo alto y entender que no necesariamente son personas malas, simplemente son hombres a quienes el miedo los motivó a huir, a luchar/ defenderse creyendo de antemano que será una batalla ganada o a paralizarse ante la seguridad y liderazgo demostrados.
En consecuencia, es necesario entender que el hecho que eventualmente te vean primero como un lobo es producto de la bendita costumbre que tenemos de encasillar a los demás por su apariencia sin comprender que esta habla mucho más de lo que pensamos. Si una persona te teme, difícilmente lo manifestará con palabras y optará por irse de tu lado al primer error, partir y luego llamar o no diciéndote no eres tú soy yo o argumentando que no te pareces tanto a su santa madre al no facilitarle las cosas; esas entre otras excusas.
Así que si eso te ha pasado, tranquila, todo es según el enfoque con que analices las situaciones o personas que llegan a tu vida. El miedo no se combate con fuerza, se minimiza con paciencia, con inteligencia, tomando un poco de distancia para ver el tablero desde diferentes aristas, tener la mayor cantidad de información para tomar la mejor decisión.


Y si tu, hombre, tienes o has tenido la fortuna de encontrarte una “ovejita” en tu vida si vas a huir que sea del miedo y no de ella, si vas a luchar que sea a su lado y si te quedas frizado, sea por la grata sorpresa de saber que quedarte junto a ella fue el mejor antídoto para vencer al miedo con el mejor bálsamo: el amor.

Por: Ayda Luisa Córdoba Mosquera
Comunicadora Social

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